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El 24 de octubre salió el cadáver
de Franco del Valle de Cuelgamuros, mal llamado de los Caídos. Ha sido inhumado
en un panteón familiar pagado con dinero público en Mingorrubio. Con una
ministra como observadora y notaria “mayor”.
Para que nos entendamos: un
dictador que entró al gobierno de España por un golpe de estado fallido que
desembocó en una guerra civil de tres años; responsable de ejecuciones,
torturas, prisiones por ideas políticas, exilios… y más de 100000 personas
desaparecidas aún hoy día (España es el segundo país con mayor número del mundo).
Dicho personaje murió en la cama, eligiendo sus sucesores (aún hoy día aún en
el poder, recordemos el rey) y su lugar de enterramiento. Con la cruz más
grande de la cristiandad. “El Valle de los Caídos”. Todo un homenaje a un
estado dictatorial apoyado por los nazis de Hitler y los fascistas de
Mussolini.
Más de cuarenta años después se
decide, incluso judicialmente, que debe salir de ahí. Del resto no sabemos
nada. Ni de Queipo (el observador y protagonista de la matanza, entre otras, de
niños, mujeres y ancianos de la huída de la carretera de Málaga-Almería, o el
que instaba a violar a las mujeres de los republicanos…). Tampoco sabemos nada
de José Antonio Primo de Rivera, creador de la falange, que aún sigue en el
megalomaníaco Valle. Ni de todas y cada una de las personas enterradas bajo el
yugo que los mató. Ni de los miles de desaparecidos y desaparecidas en cunetas
o muros externos de los cementerios de toda España. Ni de las sentencias, aún
legales, por las que personas como Miguel Hernández acabaron en prisión, o
peor.
España sigue siendo una locura de
crueldad e injusticias olvidadas bajo el polvo de décadas, impunidad y
mentalidad postdictatorial que no define oficialmente la historia ni lleva a
cabo las actuaciones de justicia y reparación correspondientes. Claro que
debemos celebrar el traslado del cuerpo de Franco. Pero es una sola cosa entre
tantas pendientes. Según los organismos e instituciones mundiales de derechos
humanos, y según todas y cada una de las personas que sufrieron por un régimen
que, en otros países con legislación más clara y con mayor historia
democrática, hubiera sido catalogado, juzgado y denunciado, siempre también
desde las instituciones oficiales, como ilegal y violento (y a sus hacedores).
Y que nunca hubieran permitido todo lo que aquí, con cuarenta años de
dictadura, y otros cuarenta de impunidad, se sigue permitiendo.
Aquí en Carmona son varias las
fosas cuya exhumación está aprobada, y aprobada por unanimidad la eliminación
de vestigios del franquismo de sus calles (28 de junio de 2013), y se siguen
aplazando y excusando las actuaciones que, ya hace décadas, hubieran sido
necesarias y básicas para la concordia de cualquier comunidad que conviva. Ha
muerto mucha gente ya esperando ver a sus familiares, deseando que las
injusticias cometidas, por fin, se aclaren, se limpien y se cierren. Pero no es
sólo por ellos. También por nuestro propio pueblo o país.
Por todos aquellos y aquellas que
nos manifestábamos delante de las puertas de Cuelgamuros todos los años desde
hace 13. Por todas las personas que recuerdan la historia y que creen en la
justicia. Esto es un asunto de derechos humanos. De educación en valores a
nuestra sociedad y a nuestro futuro. Sólo leyendo la página podemos pasarla. Es
tarea de todos forjar un país mejor, desde todos y cada uno de sus pueblos. Esto
es sólo el primer paso.
VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN
Totalmente de acuerdo...
ResponderEliminarUna de miles... ya estamos más cerca de un país más justo y democrático.